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He Criado Un Buen Hijo - Capitulo 14

 


—¿Qué? ¿Quién diablos dijo eso…?
 
—Sólo… Me di cuenta mientras leía libros en casa mientras esperaba a mamá. Si hay muchas cosas feas como esta, a las personas no les gusta.
 
—¡No, Carlyle!
 
—Y mamá en realidad… Piensa que ahí debajo… Cree que se ve horrible.
 
Abella, al darse cuenta de dónde estaba hablando, se detuvo un momento.
 
—Uh, eso es…
 
Abella giró un poco su cabeza, tratando de buscar una excusa. Pero no se le ocurrió nada que decir.
 
Obviamente, Abella se sorprendió bastante cuando vió por primera vez los genitales de Carlyle. No, estaba terriblemente sorprendida.
 
No fue una o dos veces que se sorprendió al ver ‘eso’ de Carlyle. Abella en realidad nunca preparó su corazón después de la primera vez y tenía miedo de que algún día podría gritar o cerrar sus ojos sin darse cuenta y herir a Carlyle.
 
Abella tenía que decir que no, pero ni siquiera podía decir que no era tan repugnante.
 
Así que Abella se humedeció los labios y dijo: 
 
—Oye… Eso es… Eso… Eso…
 
Sólo seguía diciendo palabras sin sentido. Entonces Carlyle también se humedeció los labios, dándole una expresión triste, dijo:
 
—…Lo lamento.
 
—Oh no… No… ¿Por qué lo sientes bebé…?
 
—No sabía qué le parecería tan repugnante a mi madre…
 
—¡No! ¡No eres repugnante! ¡Realmente, realmente no eres repugnante! Carlyle, mira a mamá.
 
—…De ahora en adelante no volveré a hacerte sentir de esa manera.
 
Con esas palabras, Carlyle volvió a convertirse en lobo. Luego fue a la esquina de la cama lejos de ella y se agachó.
 
Pero era una cama pequeña, por lo que Abella podía alcanzarlo incluso si estiraba sus brazos.
 
Sus orejas caídas y su cola eran un reflejo de cómo se sentía ahora. Abella se rió entre dientes y tocó a Carlyle, que estaba acurrucado en un rincón.
 
—Oh, lo siento mamá. Lo siento por ser tan repugnante.
 
—Ah…
 
Carlyle murmuró esas palabras. Pero para Abella era muy lindo verlo de esa manera sobre todo porque ya estaba cerca de ser un adulto, pero Abella sabía que ahora no era el momento para que lo mirara de una manera linda.
 
—Si lo deseas, puedes convertirte en una persona cuando tú quieras. Te prometo que no me sorprenderé
 
Carlyle, que se veía bastante triste, giró un poco su cabeza. Luego miró a Abella en silencio, como si realmente fuera posible.
 
—¡De verdad! Puedes convertirte en una persona cuando tú quieras…
 
La propia Abella no entendía qué diablos estaba diciendo, pero de lo que estaba segura es que Carlyle pronto se convertiría en adulto.
 
Abella pensaba: 
 
“Creo que no cambiará mucho cuando sea mayor.”
 
Pero qué error tan grande cometió al decir eso. Si Abella hubiera sabido que se arrepentiría profundamente en el futuro, no habría dicho tales palabras.
 
Lamentablemente, la ingenua Abella no tenía idea de lo que sucedería en el futuro.
 
Carlyle, que había estado mirando a Abella en silencio, volvió a cambiar de apariencia y se acercó a ella. Sorprendida, Abella cayó recostada sobre la cama y Carlyle se puso encima de ella con mucha naturalidad. Entonces preguntó:
 
—¿De verdad…?
 
Carlyle miraba a Abella y había una gran sombra sobre el cuerpo de ella.
 
“¿Era así de grande?”
 
Por un momento, la atmósfera pareció volverse más sutil. 
 
Abella no pudo responder y sus labios se torcieron como si fuera una tonta. Entonces Carlyle preguntó de nuevo.
 
—¿Puedo realmente cambiar a mi forma humana sin permiso?
 
Entonces ella simplemente asintió con la cabeza.
 
—Bien, entonces… ¡Así lo haré!
 
Cuando Abella bajó un poco la mirada, sólo podía notar los hombros anchos y sus abdominales que parecían estar tallados en piedra. Al ver que sus abdominales se retorcían con flexibilidad, el rostro de Abella se puso rojo de forma instantánea.
 
“¿Cuándo se hizo tan grande…?”
 
Abella estaba semiconsciente, pero cuando comenzó a recuperar sus sentidos, había una o dos cosas que le molestaban.
 
En primer lugar, tenía la sensación de que algo duro estaba presionando uno de sus muslos.
 
—Lo que está tocando mi pierna ahora mismo… 
 
“Esto se siente extraño… Si lo presiona de nuevo contra mí… Creo que soy demasiado sensible…”
 
Abella sonrió con calma, tratando de ocultar su mente confusa. Sin embargo, a diferencia del rostro que intentaba fingir calma, su cuerpo estaba rígido por la tensión, como si fuera un trozo de madera.
 
—Sí, supongo que soy demasiado sensible.
 
Abella siempre ha cargado a Carlyle desde que era un bebé, por lo que trató de deshacerse de la extraña sensación, recordando ese hecho.
 
Cuando Abella no lo apartó, Carlyle sonrió tímidamente y feliz abrazó el cuello de Abella.
 
—Mamá, estoy tan feliz.
 
Luego dijo:
 
—No me importa si otras personas me odian.
 
—… 
 
—Lo único que quería era no parecerle repugnante a mamá.
 
—Carlyle…
 
—Me alegro de que mi mamá no me haya llamado asqueroso. Realmente me alegro.
 
Carlyle sonrió inocentemente y se acercó más a los brazos de Abella.
 
Carlyle, naturalmente, enterró su rostro en los pechos de Abella y frotó sus mejillas. Sus pechos grandes y prominentes eran aplastados y movidos de un lado a otro por él.
 
Abella, avergonzada, reflexionó sobre qué hacer.
 
Sin embargo, Carlyle siempre frotaba sus mejillas frecuentemente desde que era niño, así que si Abella decía que no, él se sentiría triste como antes.
 
“Sí, supongo que es porque se acostumbró desde que era pequeño. Carlyle, que es tan amable y gentil, le rompería el corazón si lo apartara.”
 
Abella trató de evitar la extraña sensación y actuar como de costumbre.
 
Carlyle no pudo evitar respirar el aroma del cuerpo de Abella con una sonrisa en su rostro.
 
De repente, la cola comenzó a balancearse suavemente de un lado a otro.
 
—Si mi bebé está feliz, mamá también lo está.
 
Siguiendo las palabras de Abella, Carlyle hizo un sonido agradable y tomó su mano.
 
—Conocer a mamá es la fortuna más grande que pude tener en mi vida.
 
Al escuchar esas palabras susurradas agradablemente, Abella también comenzó a reír.
 
—Yo también… Yo también bebé, es la suerte de mi vida haberte conocido.
 
—¿De verdad?
 
—Sí, por supuesto.
 
Carlyle sonrió levemente ante la suave y agradable respuesta de Abella. Y pensó…
 
“Espero que Abella se sienta igual después de recibir mi pene en el futuro.”
 
* * *
 
—¡Oh Dios mío!
 
Abella no pudo ocultar su sorpresa y miró a Carlyle. Él tampoco pudo ocultar su alegría cuando vió su estatura, y que ya era más alto que ella.
 
Recientemente, el tamaño de Carlyle parecía estar aumentando, y al parecer era cierto. Ahora Abella tenía que inclinar su cabeza hacía atrás y mirar hacía arriba.
 
Carlyle ya se había convertido en un hombre completo.
 
Pero a pesar de que era más alto que Abella, todavía frotaba sus mejillas como cuando era un niño. La forma en que inclinó ligeramente la espalda y trató de apoyar su cuerpo contra el ahora pequeño cuerpo de Abella, se veía un tanto ridículo pero al mismo tiempo era encantador. Realmente Carlyle solo quería ver una sonrisa en los labios de Abella.
 
—Mamá, por favor mídeme.
 
Carlyle lo dijo con un brillo en sus ojos. Luego, sin siquiera pensarlo más, corrió hacia la pared donde estaban todas las marcas anteriores y apoyó la espalda contra ella.
 
Hoy se veía particularmente más emocionado.
 
—No sé si podré medirte.
 
—¿Soy tan grande?
 
—Sí, creo que ahora eres como una cabeza más alto que yo.
 
Por supuesto, la baja estatura de Abella también influyó. Al crecer en un orfanato, no podía comer alimentos nutritivos, por lo que Abella era más baja que el promedio.
 
Estiró los brazos y luchó por medir la altura de Carlyle, pero no lo logró. De tanto intentar sus brazos y piernas temblaban.
 
—Ah…
 
Abella logró trazar una línea sobre la cabeza de Carlyle mientras seguía temblando y sentía un poco de dolor.
 
Sin embargo, la alegría de haberlo logrado alivió la tensión. Al mismo tiempo, sintió sus piernas débiles por el esfuerzo y el cuerpo de Abella estaba temblando.
 
—¡Ah…!
 
Entonces Carlyle, sorprendido, inmediatamente envolvió con sus brazos la cintura de Abella.
 
—¡Mamá! ¿Estás bien?
 
La visión de Abella se llenó instantáneamente del pecho de Carlyle. Sobresaltada, dejó escapar un pequeño grito y puso rígido su cuerpo.
 
—Estoy bien, estoy bien… Gracias bebé.
 
Aunque ya no era un bebé, Abella todavía llamaba a Carlyle de esa manera. Curiosamente, le era más conveniente llamarlo bebé que por su nombre.
 
Abella, que se escapó de sus brazos y se paró frente a la pared durante un rato, quedó cautivada teniendo una sensación de temblor mientras miraba las marcas que habían trazado desde que Carlyle llegó.
 

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