He Criado Un Buen Hijo - Capitulo 13
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Y el tiempo que pasó con ella fue completamente nuevo.
Abella no lo señaló porque tenía una pierna lisiada y no lo humilló ni acosó por su existencia. Ni siquiera se enojó porque alguien como él se atreviera a comer.
Acarició cálidamente su cabeza y, preocupada por su pata lastimada, le dio un masaje. No se enojó cuando comió, y mucho menos por comer carne. De vez en cuando, lo peinaba con un cepillo y cuando se iban a la cama juntos, lo besaba en el costado del cuerpo.
A Carlyle le agradaba demasiado Abella.
Era muy amable y tenía una personalidad agradable.
Así que no tenía nada de qué quejarse.
Pero al mismo tiempo él tenía miedo de que ella pudiera sentir simpatía por otros machos. Le preocupaba que apareciera un hombre más lastimoso que él y Abella lo hiciera aún lado.
Con ese pequeño cuerpo, aún no podía proteger a Abella ni siquiera abrazarla.
El siempre pensaba…
“Antes de que Abella vuelva sus ojos hacia los otros machos, antes de que los otros machos se ganen su simpatía, quiero convertirme en un adulto y meter mi pene en ella.”
“Quiero insertar mi pene una y otra vez lleno de bultos y cicatrices que la sorprendió el otro día en su pequeña y húmeda vagina. Quiero arruinar la carne de Abella con mi propio pene para que no reciba penes de otros machos que no sean yo.”
Carlyle tenía esos pensamientos sucios todas las noches.
Abella se humedeció los labios, sin saber lo que estaba pensando Carlyle mientras tenía un dulce sueño. Y Carlyle simplemente la miró durmiendo y sonrió feliz.
La tenacidad de los lobos es incomparable a la de los humanos.
La mayoría de los lobos eran tan obsesivos cuando se fijaban una meta que se lanzaban hacia ella sin importarles nada.
Ya sea caza, venganza o amor.
Y ahora que la venganza terminó y ya no le interesaba, el enfoque de Carlyle se había desplazado a Abella, quien le brindó una nueva vida.
Carlyle ya ni siquiera podía pensar en una vida sin ella.
Si Abella lo quisiera, estaría dispuesto a sacarse los colmillos. Solo si pudiera quedarse al lado de Abella, podría abandonar sus hábitos de lobo y vivir como ella quisiera por el resto de su vida incluso si tuviera que vivir como un perro.
A Carlyle le dolía la idea de que todo lo que podía hacer era aguantar un poco más.
Una vez que se convirtiera en adulto, iba a empezar a grabar todo su ser en ella.
No importaba si Abella lloraba y le echaba la culpa. Incluso si tenía resentimiento, odio e ira. Carlyle solo la escucharía después de convertirla en su compañera.
—Mamá…
Carlyle, que juntó sus manos con cuidado, sonrió tímidamente.
—Espera un minuto.
Como de costumbre, su voz suave de alguna manera se sentía fría.
* * *
Gracias al cuidado de Carlyle durante varios días, la fiebre de Abella bajó considerablemente. Todavía tenía tos y secreción nasal, pero tenía la suficiente fuerza para caminar sola por la casa.
—Y si… La tienda ha estado cerrada durante demasiado tiempo…
Abella dejó escapar un sonido de dolor y suspiró como si estuviera molesta. Mirándola preocupada, Carlyle frunció los labios.
—La tienda…
Abella estuvo preocupada por la tienda todo el tiempo que estuvo enferma.
Pero al ver que el rostro de Carlyle se notaba molesto, Abella sonrió suavemente y le acarició la mejilla.
—Bebé.
—…¿Sí?
—¿Estás enojado porque mamá solo se preocupa por la tienda?
Carlyle se sonrojó mientras inclinaba un poco la cabeza.
—Oh no… Yo…
Mientras Carlyle mantenía su cabeza agachada, Abella lo miró con los ojos bien abiertos.
—¿Qué te preguntó mamá?
—…
—¿No me vas a contestar ahora? Por favor bebé, contesta.
—¿O es que te has vuelto un rebelde solo porque te hiciste un poco más grande?
Carlyle sacudió la cabeza con asombro.
—¡Oh no!
—Parece que no quieres escuchar a tu madre.
Abella lo dijo con más firmeza que de costumbre.
—Carlyle, no te sigas comportando de esa manera.
—…Lo lamento.
—¿Sabes que cada vez que mi bebé hace eso, mamá se enoja?
Ahora era bastante grande para ser llamado bebé, pero Abella lo llamó así de todos modos. Al parecer, la forma en que lo llamaba, se había vuelto una costumbre.
Carlyle miró a Abella por un momento, luego se convirtió en un lobo en un instante y saltó a la cama. Y enseguida se sumergió profundamente en sus brazos, donde ella estaba sentada.
—Ah…
A los ojos de Abella, incluso las pequeñas cosas que hacía Carlyle le parecían encantadoras. Sintió su cálido cuerpo entre sus brazos y acarició suavemente la espalda de Carlyle con un rostro tranquilizador.
—No importa lo que digan los demás, Carlyle, eres la persona más importante para mí y también eres mi única familia.
—Carlyle…
—Si hubiera estado sola cuando me enfermé, habría sido muy complicado. Pero esta vez, contigo no fue nada difícil.
Carlyle sintió la mano de Abella acariciando suavemente su cabello y se acurrucó más cerca de ella.
Abella todavía lo trataba como a un niño, pero Carlyle ya no era un cachorro de lobo.
Con su cuerpo grande y colmillos afilados y más grandes, si él trataba de morder a Abella, su delicada piel podría ser desgarrada.
Sin embargo, Abella sostuvo a Carlyle en sus brazos y frotó su mejilla en su cabeza.
A Carlyle le gustaba esa sensación, en la que se sentía indefenso, porque creía que de esa manera Abella confiaba en él.
“Diablos, sin fe y confianza hubiera sido imposible vivir con una bestia salvaje que podría devorarme de un bocado.”
Cuando los pensamientos de Abella llegaron a ese punto, Carlyle, incapaz de controlar sus abrumadoras emociones, se transformó a su forma humana sin previo aviso y abrazó la cintura de Abella con fuerza.
—¡Mamá!
—¡Oye, qué sorpresa!
Sorprendida por el cambio repentino, Abella dejó escapar un grito estridente. De cualquier manera, Carlyle agarró su esbelto cuerpo y acercó su rostro contra el cuello de Abella.
—Después de todo, mamá me gusta demasiado.
—Tan-tan de repente…
Carlyle, que había acercado su nariz en la pálida nuca de Abella y olfateado su cuerpo, levantó suavemente la cabeza y preguntó.
—¿Le agrado mucho a mamá también?
Carlyle hizo contacto visual con Abella con una mirada inocente. Los ojos rojo rubí la siguieron tenazmente.
—Por supuesto. Como siempre he dicho, bebé, eres mi única familia.
Cuando obtuvo la misma respuesta que la suya, Carlyle se sintió aliviado y sonrió con picardía. Pero una palabra más de Abella llegó a los oídos de Carlyle con alegría.
—Aunque tú cambio repentino en la cama, es un poco….
—¿Sí?
Cuando era un niño que apenas si alcanzaba su cintura, estaba bien para Abella, pero ahora Carlyle tenía la apariencia de un adulto.
Abella apartó cuidadosamente su pecho y tembló al sentir el cuerpo firme de un hombre bajo la palma de su mano.
—Es un poco…
Carlyle inmediatamente puso los ojos en blanco ante el gesto que parecía alejarlo y comenzó a llorar.
—¿Por qué…? ¿Por qué…? Mamá, me gusta mucho… Por eso me siento muy feliz de poder abrazarla…
Su mirada se volvió considerablemente apacible y triste como una liebre de la montaña. Abella, quien lo miró a los ojos por un momento, sintió pena y evitó su mirada.
Carlyle la miró por un momento, luego bajó la cabeza y murmuró.
—…Lo lamento.
—Oh, no bebe…
—Yo solo… Es porque amo tanto a mi mamá…
Mientras seguía hablando con una voz débil sus ojos se humedecieron y miró a Abella. Se veía tan lamentable que costaba creer que fuera un lobo.
—Lo lamento… Ahora soy repugnante…
—No bebé… Sabes que no lo eres… No digas eso…
Deprimido, Carlyle negó levemente con la cabeza.
—No… Mamá, lo sé todo.
Carlyle, que estaba muy cerca del cuerpo de Abella, dijo en voz baja.
—Tengo muchas cicatrices en mi cuerpo, así que es horrible…
Abella no lo señaló porque tenía una pierna lisiada y no lo humilló ni acosó por su existencia. Ni siquiera se enojó porque alguien como él se atreviera a comer.
Acarició cálidamente su cabeza y, preocupada por su pata lastimada, le dio un masaje. No se enojó cuando comió, y mucho menos por comer carne. De vez en cuando, lo peinaba con un cepillo y cuando se iban a la cama juntos, lo besaba en el costado del cuerpo.
A Carlyle le agradaba demasiado Abella.
Era muy amable y tenía una personalidad agradable.
Así que no tenía nada de qué quejarse.
Pero al mismo tiempo él tenía miedo de que ella pudiera sentir simpatía por otros machos. Le preocupaba que apareciera un hombre más lastimoso que él y Abella lo hiciera aún lado.
Con ese pequeño cuerpo, aún no podía proteger a Abella ni siquiera abrazarla.
El siempre pensaba…
“Antes de que Abella vuelva sus ojos hacia los otros machos, antes de que los otros machos se ganen su simpatía, quiero convertirme en un adulto y meter mi pene en ella.”
“Quiero insertar mi pene una y otra vez lleno de bultos y cicatrices que la sorprendió el otro día en su pequeña y húmeda vagina. Quiero arruinar la carne de Abella con mi propio pene para que no reciba penes de otros machos que no sean yo.”
Carlyle tenía esos pensamientos sucios todas las noches.
Abella se humedeció los labios, sin saber lo que estaba pensando Carlyle mientras tenía un dulce sueño. Y Carlyle simplemente la miró durmiendo y sonrió feliz.
La tenacidad de los lobos es incomparable a la de los humanos.
La mayoría de los lobos eran tan obsesivos cuando se fijaban una meta que se lanzaban hacia ella sin importarles nada.
Ya sea caza, venganza o amor.
Y ahora que la venganza terminó y ya no le interesaba, el enfoque de Carlyle se había desplazado a Abella, quien le brindó una nueva vida.
Carlyle ya ni siquiera podía pensar en una vida sin ella.
Si Abella lo quisiera, estaría dispuesto a sacarse los colmillos. Solo si pudiera quedarse al lado de Abella, podría abandonar sus hábitos de lobo y vivir como ella quisiera por el resto de su vida incluso si tuviera que vivir como un perro.
A Carlyle le dolía la idea de que todo lo que podía hacer era aguantar un poco más.
Una vez que se convirtiera en adulto, iba a empezar a grabar todo su ser en ella.
No importaba si Abella lloraba y le echaba la culpa. Incluso si tenía resentimiento, odio e ira. Carlyle solo la escucharía después de convertirla en su compañera.
—Mamá…
Carlyle, que juntó sus manos con cuidado, sonrió tímidamente.
—Espera un minuto.
Como de costumbre, su voz suave de alguna manera se sentía fría.
* * *
Gracias al cuidado de Carlyle durante varios días, la fiebre de Abella bajó considerablemente. Todavía tenía tos y secreción nasal, pero tenía la suficiente fuerza para caminar sola por la casa.
—Y si… La tienda ha estado cerrada durante demasiado tiempo…
Abella dejó escapar un sonido de dolor y suspiró como si estuviera molesta. Mirándola preocupada, Carlyle frunció los labios.
—La tienda…
Abella estuvo preocupada por la tienda todo el tiempo que estuvo enferma.
Pero al ver que el rostro de Carlyle se notaba molesto, Abella sonrió suavemente y le acarició la mejilla.
—Bebé.
—…¿Sí?
—¿Estás enojado porque mamá solo se preocupa por la tienda?
Carlyle se sonrojó mientras inclinaba un poco la cabeza.
—Oh no… Yo…
Mientras Carlyle mantenía su cabeza agachada, Abella lo miró con los ojos bien abiertos.
—¿Qué te preguntó mamá?
—…
—¿No me vas a contestar ahora? Por favor bebé, contesta.
—¿O es que te has vuelto un rebelde solo porque te hiciste un poco más grande?
Carlyle sacudió la cabeza con asombro.
—¡Oh no!
—Parece que no quieres escuchar a tu madre.
Abella lo dijo con más firmeza que de costumbre.
—Carlyle, no te sigas comportando de esa manera.
—…Lo lamento.
—¿Sabes que cada vez que mi bebé hace eso, mamá se enoja?
Ahora era bastante grande para ser llamado bebé, pero Abella lo llamó así de todos modos. Al parecer, la forma en que lo llamaba, se había vuelto una costumbre.
Carlyle miró a Abella por un momento, luego se convirtió en un lobo en un instante y saltó a la cama. Y enseguida se sumergió profundamente en sus brazos, donde ella estaba sentada.
—Ah…
A los ojos de Abella, incluso las pequeñas cosas que hacía Carlyle le parecían encantadoras. Sintió su cálido cuerpo entre sus brazos y acarició suavemente la espalda de Carlyle con un rostro tranquilizador.
—No importa lo que digan los demás, Carlyle, eres la persona más importante para mí y también eres mi única familia.
—Carlyle…
—Si hubiera estado sola cuando me enfermé, habría sido muy complicado. Pero esta vez, contigo no fue nada difícil.
Carlyle sintió la mano de Abella acariciando suavemente su cabello y se acurrucó más cerca de ella.
Abella todavía lo trataba como a un niño, pero Carlyle ya no era un cachorro de lobo.
Con su cuerpo grande y colmillos afilados y más grandes, si él trataba de morder a Abella, su delicada piel podría ser desgarrada.
Sin embargo, Abella sostuvo a Carlyle en sus brazos y frotó su mejilla en su cabeza.
A Carlyle le gustaba esa sensación, en la que se sentía indefenso, porque creía que de esa manera Abella confiaba en él.
“Diablos, sin fe y confianza hubiera sido imposible vivir con una bestia salvaje que podría devorarme de un bocado.”
Cuando los pensamientos de Abella llegaron a ese punto, Carlyle, incapaz de controlar sus abrumadoras emociones, se transformó a su forma humana sin previo aviso y abrazó la cintura de Abella con fuerza.
—¡Mamá!
—¡Oye, qué sorpresa!
Sorprendida por el cambio repentino, Abella dejó escapar un grito estridente. De cualquier manera, Carlyle agarró su esbelto cuerpo y acercó su rostro contra el cuello de Abella.
—Después de todo, mamá me gusta demasiado.
—Tan-tan de repente…
Carlyle, que había acercado su nariz en la pálida nuca de Abella y olfateado su cuerpo, levantó suavemente la cabeza y preguntó.
—¿Le agrado mucho a mamá también?
Carlyle hizo contacto visual con Abella con una mirada inocente. Los ojos rojo rubí la siguieron tenazmente.
—Por supuesto. Como siempre he dicho, bebé, eres mi única familia.
Cuando obtuvo la misma respuesta que la suya, Carlyle se sintió aliviado y sonrió con picardía. Pero una palabra más de Abella llegó a los oídos de Carlyle con alegría.
—Aunque tú cambio repentino en la cama, es un poco….
—¿Sí?
Cuando era un niño que apenas si alcanzaba su cintura, estaba bien para Abella, pero ahora Carlyle tenía la apariencia de un adulto.
Abella apartó cuidadosamente su pecho y tembló al sentir el cuerpo firme de un hombre bajo la palma de su mano.
—Es un poco…
Carlyle inmediatamente puso los ojos en blanco ante el gesto que parecía alejarlo y comenzó a llorar.
—¿Por qué…? ¿Por qué…? Mamá, me gusta mucho… Por eso me siento muy feliz de poder abrazarla…
Su mirada se volvió considerablemente apacible y triste como una liebre de la montaña. Abella, quien lo miró a los ojos por un momento, sintió pena y evitó su mirada.
Carlyle la miró por un momento, luego bajó la cabeza y murmuró.
—…Lo lamento.
—Oh, no bebe…
—Yo solo… Es porque amo tanto a mi mamá…
Mientras seguía hablando con una voz débil sus ojos se humedecieron y miró a Abella. Se veía tan lamentable que costaba creer que fuera un lobo.
—Lo lamento… Ahora soy repugnante…
—No bebé… Sabes que no lo eres… No digas eso…
Deprimido, Carlyle negó levemente con la cabeza.
—No… Mamá, lo sé todo.
Carlyle, que estaba muy cerca del cuerpo de Abella, dijo en voz baja.
—Tengo muchas cicatrices en mi cuerpo, así que es horrible…