He Criado Un Buen Hijo - Capitulo 10
Posted by hi
Posted on 12:44
Carlyle corrió hacia Abella, la abrazó y le frotó la mejilla. Ella lo abrazó con fuerza y le dio una palmada en la espalda.
—¿Quién dijo que mi bebé era carnívoro…?
—¿Eh?
—Bebé, si no te gustan las fresas, no debes comerlas.
Carlyle la miró con ojos inocentes.
—Comer carne no te hace carnívoro. Así que no tienes que obligarte a comer lo que no te gusta.
—¡No me estoy forzando a comer! ¡Lo que le gusta a mamá, también me gusta! ¡Mami, me gusta!
—Carlyle…
—Así que también te gustan las fresas…
De vez en cuando, siempre que Carlyle decía este tipo de palabras, Abella sentía un poco de amargura.
Pero él no parecía entender lo que decía, así que Abella forzó una sonrisa, lo abrazó y se dirigió al baño.
—¿Quieres darte un baño con mamá?
—¡Sí! ¡Bañar con mamá!
* * *
Abella, que ya había terminado de bañarse, secó el cabello de Carlyle con una toalla y frotó suavemente sus patas traseras.
A Abella no le importaba si tenía problemas en sus piernas, pero a menudo le daba un masaje con la esperanza de que mejorara ya que eso le ayudaría mucho en su vida.
Carlyle cerró los ojos al sentir la mano de Abella en su pierna. Aunque ella siempre tiene cuidado de no tocar lugares dónde se sienta incómodo.
Carlyle no podía entender por qué estaba acariciando su pierna con tanta fuerza.
Luego, cuando sintió el suave toque de las manos de Abella durante mucho tiempo, giró la cabeza para mirarla.
—Mamá.
—Sí, bebé. ¿Te duele?
Carlyle sacudió su pequeña cabeza de lado a lado ante la pregunta.
—Mi pierna no se siente bien.
—¿Sí?
—Mi pierna… Incluso si mamá lo sigue haciendo, todavía me dolerá.
Abella se sorprendió ante esas palabras.
—Mi pierna siempre me ha dolido.
Carlyle lo dijo con un rostro lleno de tristeza.
—Me duele la pierna desde que nací.
Las orejas, que siempre apuntaban hacia el cielo, ahora estaban caídas.
—Así que no mejorará…
Por un momento, Abella abrió mucho los ojos mostrando sorpresa.
Fue Carlyle quien nunca había hablado del pasado a pesar de que habían estado juntos. No parece que no pueda recordar, pero sí que su historia era bastante triste.
La historia antes de que se conocieran, o por qué estaba tirado en la montaña con esas cicatrices. Abella tenía muchas preguntas sobre él, pero nunca preguntaba porque Carlyle siempre evadía el tema.
El que Carlyle lo mencionara primero… Fue un poco sorprendente.
—Bu-bueno… eso…
Abella, avergonzada, tartamudeó y miró su pierna izquierda. Pero incluso entonces, su mano no se detuvo.
—Mamá…
—Sí bebé.
—Mamá, ¿no me abandonarás aunque siga cojeando…?
“De nuevo.”
El principal temor de Carlyle era que lo abandonaran.
Aunque Abella trató de consolarlo diciendo que no la abandonaría y que estaría con él por el resto de su vida, Carlyle siempre se deprimía cuando surgía este tipo de conversación.
—Bebé, mamá te lo dijo.
—…
—Mamá solo te tiene a ti, Carlyle. Eres mi única familia.
—¿De verdad…?
—Sí, ¿cómo podría abandonarte? Eres tan bonito y adorable.
Y era verdad. Abella siempre lo veía lindo y adorable. Incluso sus ojos color rojo sangre le parecían hermosos.
Cuando veía sus afilados colmillos que sobresalen de su labio inferior mientras mantiene la boca cerrada, y sus orejas y cola que hacían un movimiento diferente cuando estaba sorprendido, Abella no podía controlar su emoción.
Todas las cosas que Carlyle hacía, le parecían lindas a Abella y siempre quería abrazarlo.
Cuando tenía la forma de un lobo, era lindo ver su pelo negro moviéndose por la habitación con el sonido de sus garras húmedas, y por la noche aullaba instintivamente y eso la sorprendía.
Ahora más que nunca, Abella no tenía ninguna intención de enviar a Carlyle de regreso a las montañas.
Sabía que se sentiría sola sin él en casa.
Abella miró a Carlyle con ojos afectuosos y le acarició suavemente el cabello. Aún así, sus orejas caídas no mostraban signos de levantarse. Y a pesar de las caricias de Abella, la expresión de Carlyle todavía estaba ensombrecida.
—Pero…
—Pero yo…
—Pero tengo una pierna lisiada. Soy un inútil así…
“Una pierna lisiada…”
Abella, sorprendida por el comentario radical, abrió mucho los ojos y gritó.
—¡Bebé!
En un instante, sin que ella se diera cuenta, el grito se escuchó fuertemente. Entonces Carlyle, sorprendido, se agachó.
—No estoy diciendo cosas tan malas.
Carlyle bajó las orejas y miró a Abella con ojos lastimosos.
—Una pierna lisiada… ¿Quién le dijo eso a mi bebé?
—¿Por qué mamá está molesta?
—Estás tratando de hacer enojar a mamá a propósito, ¿verdad?
Abella lo dijo con los ojos bien abiertos y con voz severa. Luego abrazó a Carlyle, que se había puesto pálido y le dio una palmada en la espalda.
—¿Quién le diría algo tan malo a mi lindo bebé…?
Carlyle frotó sus mejillas en el pecho de Abella y ella sonrió amargamente con frustración.
—Creo que mamá solo decía cosas que eran agradables de escuchar todos los días… Por eso ahora estás triste.
Carlyle movió las manos y no supo qué hacer.
—Entonces… ¿Siempre viviremos juntos…?
Preguntó, mirando a Abella con ojos puros.
Por un momento, Abella no pudo contener las lágrimas y comenzó a llorar.
“Toda la vida…”
“Como la mayoría de los hombres, Carlyle seguramente se irá con otra mujer cuando se convierta en adulto.”
“En unos años, seguramente dejará mis brazos tan pronto como encuentre una mujer con quien casarse.”
Pensando en ello, Abella ya estaba triste. Aún así, sonrió suavemente y respondió a Carlyle.
—Por supuesto, si tu quieres.
—¿En serio?
—Es verdad.
Fue solo después de que Abella tomó su pequeña mano, que Carlyle movió su cola suavemente como si se sintiera aliviado.
—Yo lo prometo.
Carlyle abrazó la cintura de Abella con fuerza y murmuró como si estuviera de buen humor.
—Amo el aroma de mi madre…
—¿Eh? ¿Mi aroma?
—¡Sí! Mamá siempre huele bien.
Carlyle suspiró mientras enterraba la cara en el cuerpo de Abella una y otra vez.
—¿Es bueno el olfato de un lobo?
Abella inclinó un poco la cabeza con asombro, pero Carlyle era tan adorable que acarició suavemente su cabello. Entonces, Carlyle hizo un ruido sordo en su garganta como si estuviera de buen humor. Sus orejas que se movían de izquierda a derecha eran igual de bonitas.
—Realmente mamá no me odia, ¿verdad?
—Por supuesto.
—Bueno, si eso es cierto…
—Es verdad.
—Pero si…
Carlyle vaciló y suspiró. Abella ladeó la cabeza como si se preguntara qué estaba pasando.
—Si… Si fuera un lobo muy malo, ¿aún así mamá no me odiará?
—¿Un lobo muy malo?
Cuando Abella preguntó, Carlyle la miró con ojos llorosos.
—Mamá… ¿Y sí yo maté a alguien…?
Después de eso, Abella comenzó a reír.
—¡Oh, vaya!
“¿A quién podría matar un niño tan pequeño? En el mejor de los casos, serían conejos y faisanes.”
Abella pensó que Carlyle era gracioso y lindo mientras hablaba de la muerte, por lo que acariciaba suavemente sus mejillas.
—Que lindo.
Los colmillos que sobresalían sin duda se verían amenazadores cuando se convirtiera en adulto, pero actualmente no era así.
—¡Oh, no te rías mamá…! ¡Yo podría haberme comido a alguien!
Carlyle habló una vez más, viéndola mientras lo escuchaba. Pero aún así, Abella solo reía.
—¿Bebé quiere comerse a mamá?
La pregunta era una broma, pero Carlyle se sorprendió y negó con la cabeza.
—¡Oh no! ¡No! Yo… No haría eso… ¡A mamá nunca!
Avergonzado, cambió la forma de su boca para ocultar sus colmillos que sobresalían. Cuando Abella se rió de su apariencia tonta, infló un poco sus mejillas.
—Entonces… Seguiré viviendo con mamá…
Sus ojos color rojo sangre miraron a Abella, para ver su reacción. Y Abella al ver a Carlyle de esa manera, pensó para sí misma:
“Veremos que pasa cuando crezcamos.”
De pronto, Carlyle dijo con una risa tímida…
—Mamá tiene que vivir solo conmigo por el resto de su vida. ¿De acuerdo?
* * *
—¿Quién dijo que mi bebé era carnívoro…?
—¿Eh?
—Bebé, si no te gustan las fresas, no debes comerlas.
Carlyle la miró con ojos inocentes.
—Comer carne no te hace carnívoro. Así que no tienes que obligarte a comer lo que no te gusta.
—¡No me estoy forzando a comer! ¡Lo que le gusta a mamá, también me gusta! ¡Mami, me gusta!
—Carlyle…
—Así que también te gustan las fresas…
De vez en cuando, siempre que Carlyle decía este tipo de palabras, Abella sentía un poco de amargura.
Pero él no parecía entender lo que decía, así que Abella forzó una sonrisa, lo abrazó y se dirigió al baño.
—¿Quieres darte un baño con mamá?
—¡Sí! ¡Bañar con mamá!
* * *
Abella, que ya había terminado de bañarse, secó el cabello de Carlyle con una toalla y frotó suavemente sus patas traseras.
A Abella no le importaba si tenía problemas en sus piernas, pero a menudo le daba un masaje con la esperanza de que mejorara ya que eso le ayudaría mucho en su vida.
Carlyle cerró los ojos al sentir la mano de Abella en su pierna. Aunque ella siempre tiene cuidado de no tocar lugares dónde se sienta incómodo.
Carlyle no podía entender por qué estaba acariciando su pierna con tanta fuerza.
Luego, cuando sintió el suave toque de las manos de Abella durante mucho tiempo, giró la cabeza para mirarla.
—Mamá.
—Sí, bebé. ¿Te duele?
Carlyle sacudió su pequeña cabeza de lado a lado ante la pregunta.
—Mi pierna no se siente bien.
—¿Sí?
—Mi pierna… Incluso si mamá lo sigue haciendo, todavía me dolerá.
Abella se sorprendió ante esas palabras.
—Mi pierna siempre me ha dolido.
Carlyle lo dijo con un rostro lleno de tristeza.
—Me duele la pierna desde que nací.
Las orejas, que siempre apuntaban hacia el cielo, ahora estaban caídas.
—Así que no mejorará…
Por un momento, Abella abrió mucho los ojos mostrando sorpresa.
Fue Carlyle quien nunca había hablado del pasado a pesar de que habían estado juntos. No parece que no pueda recordar, pero sí que su historia era bastante triste.
La historia antes de que se conocieran, o por qué estaba tirado en la montaña con esas cicatrices. Abella tenía muchas preguntas sobre él, pero nunca preguntaba porque Carlyle siempre evadía el tema.
El que Carlyle lo mencionara primero… Fue un poco sorprendente.
—Bu-bueno… eso…
Abella, avergonzada, tartamudeó y miró su pierna izquierda. Pero incluso entonces, su mano no se detuvo.
—Mamá…
—Sí bebé.
—Mamá, ¿no me abandonarás aunque siga cojeando…?
“De nuevo.”
El principal temor de Carlyle era que lo abandonaran.
Aunque Abella trató de consolarlo diciendo que no la abandonaría y que estaría con él por el resto de su vida, Carlyle siempre se deprimía cuando surgía este tipo de conversación.
—Bebé, mamá te lo dijo.
—…
—Mamá solo te tiene a ti, Carlyle. Eres mi única familia.
—¿De verdad…?
—Sí, ¿cómo podría abandonarte? Eres tan bonito y adorable.
Y era verdad. Abella siempre lo veía lindo y adorable. Incluso sus ojos color rojo sangre le parecían hermosos.
Cuando veía sus afilados colmillos que sobresalen de su labio inferior mientras mantiene la boca cerrada, y sus orejas y cola que hacían un movimiento diferente cuando estaba sorprendido, Abella no podía controlar su emoción.
Todas las cosas que Carlyle hacía, le parecían lindas a Abella y siempre quería abrazarlo.
Cuando tenía la forma de un lobo, era lindo ver su pelo negro moviéndose por la habitación con el sonido de sus garras húmedas, y por la noche aullaba instintivamente y eso la sorprendía.
Ahora más que nunca, Abella no tenía ninguna intención de enviar a Carlyle de regreso a las montañas.
Sabía que se sentiría sola sin él en casa.
Abella miró a Carlyle con ojos afectuosos y le acarició suavemente el cabello. Aún así, sus orejas caídas no mostraban signos de levantarse. Y a pesar de las caricias de Abella, la expresión de Carlyle todavía estaba ensombrecida.
—Pero…
—Pero yo…
—Pero tengo una pierna lisiada. Soy un inútil así…
“Una pierna lisiada…”
Abella, sorprendida por el comentario radical, abrió mucho los ojos y gritó.
—¡Bebé!
En un instante, sin que ella se diera cuenta, el grito se escuchó fuertemente. Entonces Carlyle, sorprendido, se agachó.
—No estoy diciendo cosas tan malas.
Carlyle bajó las orejas y miró a Abella con ojos lastimosos.
—Una pierna lisiada… ¿Quién le dijo eso a mi bebé?
—¿Por qué mamá está molesta?
—Estás tratando de hacer enojar a mamá a propósito, ¿verdad?
Abella lo dijo con los ojos bien abiertos y con voz severa. Luego abrazó a Carlyle, que se había puesto pálido y le dio una palmada en la espalda.
—¿Quién le diría algo tan malo a mi lindo bebé…?
Carlyle frotó sus mejillas en el pecho de Abella y ella sonrió amargamente con frustración.
—Creo que mamá solo decía cosas que eran agradables de escuchar todos los días… Por eso ahora estás triste.
Carlyle movió las manos y no supo qué hacer.
—Entonces… ¿Siempre viviremos juntos…?
Preguntó, mirando a Abella con ojos puros.
Por un momento, Abella no pudo contener las lágrimas y comenzó a llorar.
“Toda la vida…”
“Como la mayoría de los hombres, Carlyle seguramente se irá con otra mujer cuando se convierta en adulto.”
“En unos años, seguramente dejará mis brazos tan pronto como encuentre una mujer con quien casarse.”
Pensando en ello, Abella ya estaba triste. Aún así, sonrió suavemente y respondió a Carlyle.
—Por supuesto, si tu quieres.
—¿En serio?
—Es verdad.
Fue solo después de que Abella tomó su pequeña mano, que Carlyle movió su cola suavemente como si se sintiera aliviado.
—Yo lo prometo.
Carlyle abrazó la cintura de Abella con fuerza y murmuró como si estuviera de buen humor.
—Amo el aroma de mi madre…
—¿Eh? ¿Mi aroma?
—¡Sí! Mamá siempre huele bien.
Carlyle suspiró mientras enterraba la cara en el cuerpo de Abella una y otra vez.
—¿Es bueno el olfato de un lobo?
Abella inclinó un poco la cabeza con asombro, pero Carlyle era tan adorable que acarició suavemente su cabello. Entonces, Carlyle hizo un ruido sordo en su garganta como si estuviera de buen humor. Sus orejas que se movían de izquierda a derecha eran igual de bonitas.
—Realmente mamá no me odia, ¿verdad?
—Por supuesto.
—Bueno, si eso es cierto…
—Es verdad.
—Pero si…
Carlyle vaciló y suspiró. Abella ladeó la cabeza como si se preguntara qué estaba pasando.
—Si… Si fuera un lobo muy malo, ¿aún así mamá no me odiará?
—¿Un lobo muy malo?
Cuando Abella preguntó, Carlyle la miró con ojos llorosos.
—Mamá… ¿Y sí yo maté a alguien…?
Después de eso, Abella comenzó a reír.
—¡Oh, vaya!
“¿A quién podría matar un niño tan pequeño? En el mejor de los casos, serían conejos y faisanes.”
Abella pensó que Carlyle era gracioso y lindo mientras hablaba de la muerte, por lo que acariciaba suavemente sus mejillas.
—Que lindo.
Los colmillos que sobresalían sin duda se verían amenazadores cuando se convirtiera en adulto, pero actualmente no era así.
—¡Oh, no te rías mamá…! ¡Yo podría haberme comido a alguien!
Carlyle habló una vez más, viéndola mientras lo escuchaba. Pero aún así, Abella solo reía.
—¿Bebé quiere comerse a mamá?
La pregunta era una broma, pero Carlyle se sorprendió y negó con la cabeza.
—¡Oh no! ¡No! Yo… No haría eso… ¡A mamá nunca!
Avergonzado, cambió la forma de su boca para ocultar sus colmillos que sobresalían. Cuando Abella se rió de su apariencia tonta, infló un poco sus mejillas.
—Entonces… Seguiré viviendo con mamá…
Sus ojos color rojo sangre miraron a Abella, para ver su reacción. Y Abella al ver a Carlyle de esa manera, pensó para sí misma:
“Veremos que pasa cuando crezcamos.”
De pronto, Carlyle dijo con una risa tímida…
—Mamá tiene que vivir solo conmigo por el resto de su vida. ¿De acuerdo?
* * *